- El niƱo jura que lo vio.
- Y yo te digo que no puede ser. Hace aƱos que se extinguieron. Acabamos con ellos, ¿recuerdas?
- Pero Jack, el pequeƱo lo ha descrito tan bien... ¿cómo puede saberlo sin haber visto ninguno?
- Es imposible. Acabamos con ELLOS. Se lo habrĆ” contado alguien y...
- ¿QuiĆ©n? Nadie de nuestro entorno los ha visto nunca. Y nunca ha ido a la Casa de los Recuerdos. Y aunque hubiera ido, no sabe leer esos mecanismos antiguos.
- Lucy, NO puede ser.
- TĆŗ no lo has escuchado haciendo ese sonido, Jack. Era tan real... Sólo lo harĆa asĆ si lo hubiese escuchado. Es imposible que...
- Te repito que es imposible. Y punto.
Jack salió de la habitación y Lucy se sentó en el sillón murmurando. Ella tambiĆ©n pensaba que era imposible pero Daniel habĆa sido tan claro... ¿cómo habrĆa podido inventarse eso? Mientras se levantaba notó un dolor en el costado, en la parte baja de la espalda. Era una punzada intensa que apenas la dejaba respirar con normalidad. Otra piedra. No hacĆa tanto desde su Ćŗltima revisión, peero podrĆa ser. TenĆa que ir otra vez a ver al Doctor. De paso le preguntarĆa sobre lo que Daniel le habĆa dicho. Tal vez tuviese una explicación lógica. Seguro que la habĆa.
...
- ¡Hazlo otra vez!
- No sƩ de quƩ hablas.
- Lo que hiciste ayer. Fue muy divertido. EnsƩƱame a hacerlo, por favor.
- No puedo, no sƩ lo que dices.
- No disimules. Ayer te escuché. Estaba aquà y de pronto cerraste los ojos y lo hiciste. Fue muy rÔpido.
- TĆŗ no viste nada, ¿entiendes? No puedes contĆ”rselo a nadie. Si lo haces, no volverĆ”s a verme nunca.
- MamĆ” dice que es imposible que te viera. Que me lo he inventado.
- ¿Le has contado lo que viste?
- SĆ, pero no me cree...
- ¿Y le has dicho dónde estoy? ¡Ahora tengo que irme!
- No, no saben que estĆ”s aquĆ. ¿Pero por quĆ© te escondes?
- David, es muy difĆcil. TĆŗ no puedes entenderlo. No soy como tĆŗ. Es lo Ćŗnico que puedo contarte.
- Claro, eres mĆ”s viejo. ¿En quĆ© aƱo...?
- No me refiero a eso - suspiró y cogió una hoja puntiaguda del Ôrbol que les daba sombra.- Mira.
El hombre se pinchó en el dedo y una gota roja apareció. Después miró a David.
- ¿Y quĆ©? Yo tambiĆ©n puedo hacerlo - contestó arrebatĆ”ndole la hoja y repitiendo los movimientos del hombre mostrĆ”ndole una gota roja. El desconocido lo miró asombrado
...
- Lucy, tenemos que intervenir. Parece que la última vez no salió como esperÔbamos.
- ¿Pero serĆ” la Ćŗltima?
- SĆ, serĆ” la Ćŗltima. Te lo prometo. A mĆ tampoco me gusta abrir y rebuscar tantas veces, pero por ahora es la Ćŗnica solución. Por suerte eres buena narradora y es muy fĆ”cil saber dónde buscar.
Lucy fue hasta la puerta y se giró en el último momento.
- Doctor, me preguntaba...
- ¿SĆ? ¿Notas algĆŗn sĆntoma mĆ”s?
- No, no es eso. Doctor, me preguntaba, ¿puede alguno de nosotros estornudar?
- QuĆ© tonterĆas dices, Lucy. ¿Cómo va a estornudar un robot?
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