Con ocho años descubrí La historia interminable y supe que las letras y yo íbamos a tener una gran amistad. Leí mucho. Nunca demasiado. Devoré libros recomendados para mi edad y otros que se me quedaban grandes. Intenté escribir. Lo hice.

Llegué a la Facultad de Comunicación en 2003 pensando que podía comerme el mundo. Viví unos de los mejores años de la FCom, cuando no era mainstream y comenzaba a ser sinónimo de hipster pero no tanto. Comencé un doctorado que se quedó a medias, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Trabajé en medios de comunicación impresos y digitales, empapándome de las historias de los vecinos, las que más echo de menos. Me colé en las ondas de radio por un tiempo. Coqueteé con el periodismo político y caí de cabeza en el mundo bloguero.

Mi pasión por unir palabras me ha hecho saltar de portal en portal, escribiendo para otros, aderezándolo con un toque personal allí donde me dejaban. El periodismo se alejó de mi camino y llegaron las redes sociales. Los planes de marketing online. Las estrategias digitales. La comunicación corporativa y las notas de prensa desde el otro lado.

Mientras la vida pasa, intento retomar mi verdadera vocación: la literatura. Desde dentro o desde fuera. He publicado algunos textos. Sigo pensando en la siguiente historia, aunque a veces se resiste.

Actualmente compagino mi trabajo en comunicación corporativa con el de correctora y lectora profesional en una editorial.

Si quieres saber más sobre mi vida profesional, puedes cotillear mi LinkedIn.